lunes, 26 de diciembre de 2011

Día 4

Al revés.
El día de ayer empezó mal y se puso bien. El día de hoy empezó bien y termina como el orto.
Me desperté hablando con él con la mejor onda. Mientras el esquiaba yo intentaba despegar los ojos para poder leer lo que me escribía. Como una forra esperaba que me contestara hasta que se quedó sin señal y no pudimos hablar por un buen rato. Estuvimos sin hablar hasta las 3 de la tarde que volvió y yo estaba en lo de una amiga. Hablamos muy bien hasta que tuve que ir a tomar el té.
Ahí empezó la verdadera tortura.
Volví de tomar el te habiendo dejado la conversación pendiente en la que me iba a aclarar si salía o no. Casualmente, terminé de tomar el té a la hora a la que hubiera salido en caso de haberlo hecho. Ahí dejamos de hablar y esa conversación no se retomo.
En un principio seguía conectado al messenger, cosa que pude escribir todo lo que quería hasta que en un punto se desconectó. Los mensajes de whatsapp tampoco me aparecían como recibidos.
Así mi neurosis fue incrementando y carcomiendome la cabeza. Pasé mi cena de amigos con celular Y iPod en la mano, esperando alguna noticia. En mi cabeza balanceaba las posibilidades de que hubiera salido y me estuviera cagando, hubiera salido y estuviera demasiado ebrio como para acordarse de que tenía celular, hubiera salido y estuviera demasiado rodeado de putas como para hablarme, o simplemente lo hubiera atropellado una grúa removedora de nieve en el camino (no sé cual de las posibilidades es la peor).
Es sabido que la mente de una mujer puede tantear varios terrenos durante la incertidumbre. Creo que en las últimas 8 horas pude tantear absolutamente TODOS, y pasé por todos los estados de ánimo, la risa excesiva y exagerada, y el llanto desconsolado y autodestructivo.
Sí mi amor, lamentablemente eso lográs en mí por no haber sido capaz de mandarme un conchudo mensaje, mail, whatsapp, telegrama, paloma mensajera o señal de humo diciendo "llegué de la fiesta" o "me fui a dormir".

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